lunes, 31 de diciembre de 2012

VIAJE A SENEGAL

Durante las últimas tres semanas del pasado año estuvimos viajando por los Parques Nacionales y Reservas de Senegal, con el fin de recopilar información y fotografías para editar un libro.


 
                                Playa de Dakar

Por el rio Senegal

Ayer viajamos desde Dakar hacia el norte donde desemboca el gran río Senegal el cual hace frontera natural con Mauritania. La antigua ciudad colonial Francesa se llama Sant Louis y está en una isla en medio del río. Llegamos de noche entre el jaleo típico de camiones, taxis repletos de gente, carros tirados por burros, etc, y entre todo ese caos siempre aparecen mujeres vestidas de colores y destacan tanto como ver flores en medio del desierto.
Al amanecer salimos hacia la reserva de Guembeul, una zona árida de acacias rodeada por lo meandros del río. Allí nos llevaron en todoterreno por la reserva donde hicimos fotos de tortugas, gacelas, orix y monos. Por la tarde nos acercamos a la orilla del río y un pescador nos hizo una ruta por el río y nos dejo hasta el anochecer en un islote de arena entre el río Senegal y el océano Atlántico.
Antes del amanecer nos despertamos para ver la llegada de las barcas de pesca a Saint Louis, que regresan a puerto después de estar pescando durante toda la noche. Una fila de unos setenta camiones y cientos de personas esperan en la orilla al desembarco del pescado. Las barcas de los pescadores antes de llegar a la lonja del puerto, se acercan a la orilla y dan a la gente que lo necesita, el pescado que no tiene valor en el mercado. Esta ha sido una experiencia muy intensa porque se percibía en el ambiente la tensión de las personas que esperaban recibir algo de pescado, y al no al haber suficiente para todos, se vivieron momentos conflictivos. 



Construcción de barcas de pesca en Sant Louis

Al mediodía salimos hacia el noreste y después de sesenta km de pistas polvorientas llegamos al gran parque nacional de Djoudj, una gran llanura inundada por el río Senegal. Este es un importante lugar para las aves migratorias, donde descansan después de atravesar el Sahara en su ruta migratoria. 
Me gusta mucho el buen sentido del humor que tienen los senegaleses y hasta el guarda del parque bromeaba cuando vimos una cigueña negra en una laguna, diciendo que venia de España para pasar las vacaciones. Hasta que no lo ves en el terreno no se puede apreciar y valorar realmente lo increíble que es la migración de las aves. Los guardas nos llevaron en barca al atardecer y vimos águilas pescadoras, facoceros, chacales, aningas, cigueña negra, cormorán africano, garcilla cangrejera, y una colonia de miles de pelicanos que en grandes grupos sumergían al mismo tiempo sus grandes picos para pescar en equipo. Después de tres días recorriendo la costa en coche, mañana alquilamos un todoterreno para viajar más seguros hacia las reservas naturales en el interior del país. 

 
Colonia de pelícanos


La orilla del Sahara

El Sahel significa la orilla al sur del Sahara y es una región semidesértica de sabana. El día 18 salimos hacia el este y llegamos al anochecer a la reserva de Ferlo, después de recorrer unos 300 km por una gran llanura semidesértica, tan llana que pocas veces se ve la profundidad del paisaje. Solo los enormes y gruesos baobabs sobresalen en la sabana, siendo las únicas referencias en el basto paisaje. Ya termino la temporada de lluvias y estamos al principio de la época seca y se puede ver como las lagunas se están resecando rápidamente. Si hace calor ahora no me puedo imaginar como de seco y caluroso será dentro de unos meses.
El objetivo principal del viaje es ver sobre el terreno los diferentes regiones naturales de Senegal para hacer fotos y el texto para un libro. Para esto viajamos tres biólogos y compañeros de universidad Iván, Federico y el que escribe, e Ibrahim un compañero Senegalés que es parte del equipo y nos esta ayudando mucho. Como vamos con permiso especial nos recibieron los guardas del parque y nos dieron alojamiento en una aldea en medio de ninguna parte y territorio de la etnia Fulani,  los cuales sobreviven en este lugar gracias al pastoreo de ganado.
Al día siguiente visitamos con el jefe de la reserva la zona norte para ver los grupos de oríx y gacelas que han sido reintroducidos en su medio. También vimos una pareja de calaos alimentandose de langostas. Los Calaos son unas aves con el cuerpo parecido a un pavo pero con cabeza y pico de un tucán, vamos una combinación de lo mas curiosa que me recuerda a la combinación del ornitorrinco. Estas aves se pasan el día pastando por la sabana y para dormir y criar vuelan hasta los baobabs para estar más seguros.
En varios recorridos por las reservas de fauna, de vez en cuando vemos correr a las ardillas de sabana. Su forma cómica de moverse por la tierra me recuerda a la ardilla de la película Ace Age. Espero que no este haciendo de las suyas obsesionada por las bellotas (aunque creo que por aquí no hay) y provoque un cambio de Era. Lo que más me preocupa es que le de por los enormes frutos del baobab, que en esta época están rebosantes de frutos, entonces salvese quien pueda...Continuamos viaje hacia el sur, e hicimos noche en el pueblo fronterizo de Matam. Hoy por la mañana vemos el sol levantarse por las colinas de Mauritania y su reflejo en el Río Senegal. 
De alguna manera el Río Senegal abraza a todo el país, haciendo frontera con Mauritania por el norte y con Mali por el este. Este gran río como todos los que atraviesan las regiones áridas, son de importancia fundamental para la súpervivencia de los pueblos que viven en sus orillas. 
Acompañados por la música de Ali Farka, Yossou N'Dour, Ismael Lo y Tinariwan, nos dirigimos hacia el sur en dirección a Tambacounda por una carretera no bacheada, sino con crateres, que para esquivarlos hay que salirse a la cuneta de tierra si uno no quiere romper los amortiguadores o peor aun los dientes. Después de unos 500 km de recorrido por fin vemos tímidas colinas que se dejan ver en el horizonte. En Kidira cruzamos el paso a nivel de la vía del tren que comunica Senegal con Malí. Y durante el trayecto cruzó la carretera algún mono rezagado de un grupo, un lagarto varano, y sobre todo vacas, cabras y burros. 
Dejamos atrás la región del Sahel y a medida que nos adentramos en la región del Sudán las sabanas se hacen más densas y con árboles más altos. Esto es gracias a que nos aproximamos al ecuador y aquí las lluvias son más intensas y proporcionan más humedad a la vegetación. 
Esta noche dormimos en un hostal en Tambacounda y mañana vamos más al sur, hacia el Parque Nacional de Niokolo Koba, al encuentro de la gran fauna africana.... 




Las sabanas al sur de Senegal
El día 21 por la mañana salimos desde la ciudad de Tambacounda y con dirección al sur llegamos a la entrada del Parque Nacional Niokolo Koba. 
Una vez que pagamos la entrada y contratamos un guía, nos adentramos por una pista de tierra y nos recibió un comité de bienvenida formado por decenas de moscas que su única intención era darnos bocados en los brazos, así que rápidamente subimos las ventanillas cuando nos aviso el guía. 
Entre los arboles aparecían como rascacielos en miniatura, enormes termiteros de hasta cuatro metros de altura y que según nos dijeron, las termitas tardaban unos 120 años en construir. Algunos de estos termiteros tenían un agujero en su base que lo utilizan los facoceros y otros animales para resguardarse del calor.


Fuego en la sabana

Bajamos del coche un momento para tomar unas fotografías de plantas y a nuestra espalda vimos que empezaban a quemarse las hierbas. En el primer momento nos sorprendimos, pero nos dijo el guía que en esta época queman la hierba alta a los lados del camino porque aun hay humedad en los arboles . De esta forma dentro de unos meses cuando todo esta seco si hubiera un incendio se quemaría el Parque entero.Pasamos a través de un bosque de teka con grandes hojas que al verlas al trasluz se veían con detalle toda la red de conductos de su interior. 
Al ver este bosque de Teka me acuerdo de todos los arboles que se talan en el mundo para hacer los barcos y muebles que se consumen en Occidente y que están provocando la destrucción de los bosques y hábitats naturales. 
A la tarde llegamos al campamento del León, en la orilla del río Gambia, donde nos alojamos en unas cabañas circulares con tejados hechos con hojas de palma. En esta zona recomiendan no salir a caminar solos y mucho menos al amanecer y al atardecer que es cuando los animales están mas activos. Uno de estos son los hipopótamos que durante el día están en el agua y por la noche salen a comer hierba al bosque. Es difícil de olvidar ver anochecer en el Rio Gambia mientras escuchamos los los rugidos de los leones, hipopotamos y babuinos. 
Día 22, amanece en el río Gambia y mientras desayunamos nos vienen a visitar un grupo de monos verdes que aprovechan los primeros rayos del sol para calentarse.Aquí la única forma de moverse seguro es con el coche, así que fuimos a ver el puente colgante sobre río Niokolo roto por las crecidas del río durante la época de lluvias. 
Cuando la luz de la tarde ilumina los paisajes, aprovechamos el momento para alquilar una barca metálica a prueba de cocodrilos e hipopótamos. Durante el paseo al estilo la reina de África, nos acercamos a una familia de hipopótamos, y el gran macho resoplaba el agua por la nariz mientras lo observaba a través de la cámara. Entre otros animales vimos unas garza hammerkop, calao de pico rojo, cocodrilos del Nilo, y un gran águila pescadora sobre las enormes ramas de una Ceiba.

Hipopótamo en el rio Gambia


Día 24 por la mañana cuando nos dirigíamos hacia la salida del Nikolo Koba, nos encontramos por fin un grupo de doce licaones, que les sorprendimos al pasar con el coche por un llano despejado de hierbas. Estaban todos juntos a unos ochenta metros de distancia y al parar el coche todos se pararon a mirarnos atentamente. Fue un cruce de miradas donde parecía que se había detenido el tiempo. Después de los leones y hienas estos son uno de los grandes depredadores de África y son muy difíciles de ver porque son muy escasos debido a que se mueren entre otras cosas por el contagio de enfermedades transmitidas por los perros de las aldeas. Por eso solo se les puede ver en algunos lugares muy alejados y salvajes. Esta fue la primera vez que he sentido lo que es ser una presa de un animal salvaje. Al final no vimos a los leones pero si que les escuchamos por la noche a lo lejos.


                             
                                    Manada de licaones

Por la mañana salimos al medio día con dirección al sur próximo a la frontera con Guinea y progresivamente el paisaje deja de ser llano y van apareciendo colinas cubiertas de bosques donde vive la etnia Bassari. 
Llegamos a la villa de Kudugu, y como en casi todas las ciudades fronterizas se percibe que hay un comercio muy activo y también un extraño ambiente de personas que vienen a probar fortuna en las minas de oro de la región. Tomamos la pista de tierra con dirección a Salemata para intentar ver a los chimpancés en lis bosques próximos a la frontera con Guinea....

Territorio Bassari y regreso a Dakar

El día de Navidad nos levantamos con las primeras luces de la mañana, no para buscar los regalos de papa noell por la cabaña, sino para ir a buscar a los chimpancés por las montañas de la región de Salémata, próximo a la frontera con Guinea. Fuimos con el coche por caminos de cabras que transcurrian entre las montañas y los campos de algodón y junto a las aldeas. Ibamos dos toubabs ( como dicen aquí a los blancos), Ibrahim nuestro compañero de viaje Senegalés y Amadou un hombre mayor con mirada viva que hacia de guía local y que también se dedicaba a recoger plantas medicinales. 
Pasando por un llano nos contó que en la zona donde estábamos un día apareció un hipopótamo que estaría buscando nuevos territorios y un hombre del lugar al no saber que era, lo confundió con una vaca y al acercarse, el hipopótamo lo mató. 
Continuamos unos kilómetros hacia el interior hasta que llegamos a una aldea de la etnia Bassari, que como los bereberes en Marruecos, y otras muchas etnias son animistas y viven próximos a las montañas sin religiones y en equilibrio con la naturaleza. Según nos contaba Amadou esta etnia hace tiempo estuvo en guerra con el Gobierno porque se oponían a ser islamizados. 
Para colmo de un fotografo, El saludo dialecto Bassari se dice "camara", así que cuando llegamos y nos saludaban pensábamos que se referían a las cámaras que llevábamos. 
Fuimos hacia otra zona y encontramos una cooperativa de algodón donde estaba un grupo de hombres trabajando. Hablando con ellos nos dijeron que ayer escucharon a los chimpances muy cerca de alli, asi que salimos caminando hacia las montañas con otro guía de la zona, así que íbamos dos toubabs (blancos) y tres bugnols (negros). Caminamos durante unas horas por el bosque tratando de encontrarlos, pero solo vimos rastros en las sendas, dos camas hechas por ellos en lo alto de los arboles y varios frutos del baobab que los habían partido y comido unos dias atrás. El objetivo era encontrar los chimpancés pero aunque no los encontramos, disfrutamos y nos reímos mucho de todo lo que nos fue ocurriendo. Con mucho calor y humedad volvimos hasta donde dejamos el coche y regresamos a Salémata para descansar. 


Aldea de Salemata

El día 26 lo pasamos viajando en el coche hacia donde se pone el sol. Recorrimos 700 km en 14 horas así que uno se puede imaginar como son las carreteras y el trafico en Senegal. Finalmente llegamos de noche a Toubakouta, una pequeña aldea residencial de vacaciones junto al Delta del Río Saloum. 
Por la mañana del 27 visitamos la reserva de Fathala para ver los Elan, enormes antílopes de hasta 800 kg y 2 metros de alto que están en gran peligro de extinción y aquí es uno de los pocos lugares donde se les puede ver en semilibertad. 
A las 4.30 de la tarde aprovechando la buena luz de la tarde salimos en barca por los brazos y meandros formados por el manglar del Delta de Saloum. El agua estaba en calma y solo se escuchaba el ronroneo del motor y el fluir del agua al navegar. 
Llegamos a una isla en medio del Delta, donde los grandes baobabs habían crecido sobre una colina formada por el deposito de millones de conchas. Caminamos entre los mangles y baobabs hasta lo alto de la isla desde donde pudimos ver la panorámica y la gran dimensión de la desembocadura del Rio Saloum. 
De regreso al pueblo de Toubakouta se ponía el sol a nuestra derecha y a contraluz se veían las siluetas de los baobabs sobre el manglar, mientras que a la izquierda aparecía una gran luna llena que reflejaba la luz del sol sobre la Tierra. 
Antes de llegar al pueblo nos acercamos a un islote de manglar donde cientos de aves acuáticas utilizan este lugar como dormidero. Mientras aun quedaba luz en el horizonte, las aves iban llegando desde todas las direcciones y con aleteos y movimientos bruscos buscaban su lugar donde posarse entre el vecindario. Hoy día 29 ya estamos en Dakar sanos y salvos después de haber vivido tres intensas semanas recorriendo Senegal. Este ha sido uno de esos viajes que no solo te mueves y ves diferentes cosas, sino que te transforma por dentro y te cambia la percepción de la vida.



lunes, 10 de diciembre de 2012

EXPOSICIÓN COLECTIVA

Durante este mes de diciembre la Galería Ra del Rey en Madrid, organiza una exposición colectiva con obras de varios artistas realizadas en pequeño formato de 20 x 20 cm. Este año participo en esta exposición con fotografías de los cuatro elementos.



miércoles, 5 de diciembre de 2012

LOS OJOS DEL BOSQUE

En el ultimo número de la revista IRIS de AEFONA (Asociación Española de Fotografos de Naturaleza) aparece publicado este mes, mi reportaje sobre los Macacos de berbería.









Hay experiencias en la vida que nos permiten estar en estrecho contacto con el mundo natural, que nos marcan profundamente y hacen que nos sintamos realmente vivos. Así fué para mi convivir y fotografiar a los macacos de Berbería. 

Mi relación con los macacos de berbería viene de lejos, cuando con catorce años viajé con mi padre por las montañas del norte de Marruecos. Fue allí donde los vi por primera vez cautivos y exhibidos en las plazas para llamar la atención de los turistas. 

Después de unos años cuando termine la universidad, viajé en solitario por el medio Atlas, donde hice mis primeras fotos de los macacos. Desde entonces he viajado en repetidas ocasiones a diferentes lugares y durante las cuatro estaciones, para tratar de contar con imágenes su vida y mi convivencia con ellos. 





Todos estos años han sido una gran escuela para mi, no solo por adaptarme al cambio de la técnica fotográfica, sino principalmente por conocer mejor el comportamiento de los macacos y mi interacción con ellos. 

Cada vez que viajaba a Marruecos dedicaba unos cuatro días para estar junto a ellos. Salía de la población más cercana caminando con la mochila cargada con todo el material fotográfico y de camping. Habitualmente hacia buen tiempo y no solía llover, pero el principal problema de acampar en el bosque fueron los perros pastores asilvestrados, que aprovechaban mi ausencia para asaltar la tienda y comerse todas mis provisiones, lo que me obligaba a volver caminando al pueblo para aprovisionarme. 

Con el tiempo pude viajar en mi furgoneta lo que me permitiò no solo dormir y cocinar sin problema, sino que también durante la noche podía ir editando las fotos en el ordenador a medida que las iba haciendo. 

Varios de los grupos familiares con los que estuve estaban acostumbrados a la presencia humana, lo cual me permitió estar cerca de ellos. En cambio otros grupos salvajes con los que me cruce en el camino, solo se dejaban ver a una distancia prudencial y en cuanto me acercaba más de la cuenta aparecía un adulto del grupo que me dejaba muy claro que no era bienvenido. 

Con los primeros rayos del sol empezaban a despertar de sus dormideros en las copas de los grandes cedros y bajaban al sotobosque para alimentarse de raíces e invertebrados que encontraban al voltear las piedras. Entonces les acompañaba caminando durante todo el día hasta el atardecer, subiendo y bajando colinas a traves del bosque. Durante el invierno seguirlos era más dificil, además de las bajas temperaturas, había que sumarle un metro de nieve que hacia cada paso mucho más lento. 

Durante estos últimos catorce años lo que he podido ver al comparar las primeras con las últimas fotos, es que con el paso del tiempo y la experiencia, se va ganando no solo en calidad fotográfica, sino en la capacidad de transmitir mejor la esencia de una experiencia vital. 

A la hora de realizar un reportaje sobre cualquier ser vivo o lugar es importante no solo el conocimiento cientifico, técnico, la capacidad física, etc, que tengamos, sino más importante aún es la actitud con la que nos aproximamos al motivo. Cuanto mas conozcamos el medio donde nos movamos y cuanto más conectados estemos con nuestra propia naturaleza, mejor será el resultado final de nuestro trabajo y más satisfacción nos dará. 

Observo que con el mundo digital además de muchas ventajas, se ha potenciado que muchos fotògrafos se dediquen sobre todo a coleccionar imágenes como trofeos de forma compulsiva y pierden la perspectiva de que las imágenes son un medio de sintetizar y transmitir la experiencia vital del fotógrafo en la Naturaleza. 

A fin de cuentas cualquier ser vivo o paisaje que nos interese fotografiar se convertirá en nuestra fuente de inspiración, y gracias a ellos nos permiten tener grandes experiencias y vislumbrar la maravilla de la Naturaleza, al sentir que formamos parte de todo. 




jueves, 16 de febrero de 2012

SIERRA DE GUADARRAMA

A finales de enero salió de imprenta mi nueva colección de postales de la Sierra de Guadarrama, y ya están distribuidas por los pueblos de la sierra norte de Madrid.

martes, 31 de enero de 2012

DE AMAZONIA A PATAGONIA

De Amazonia a Patagonia. Ecología de las regiones naturales de América del Sur.
Este es el título del nuevo libro publicado por Iván A. Sánchez y donde he colaborado con la publicación de treinta fotografías de Atacama y los Llanos de Venezuela.
"El ámbito extenso y el carácter ambicioso de esta obra la convierten en una referencia básica para todos los interesados en la naturaleza de América del Sur".


Foto portada: Federico Bellone